Nuestro primer encuentro de esta gran aventura fue en la capilla del Rosario de la parroquia San Antonio Abad, en la cual el salesiano que nos acompañaba proclamó ante todos nosotros la bendición de peregrino para que el Señor nos acompañara durante esta experiencia.

Llegamos a Sarrià, lugar de partida, desde el cual salimos hasta Portomarín. El día fue duro, pero con ayuda de nuestros cinco monitores se hizo ameno. Nuestra primera etapa, nuestro primer reto, nuestra primera experiencia estaba superada. Las siguientes etapas: Palas del Rey, Arzúa y Pedrouzo fueron unas más costosas que otras, pero junto a nuestros valores inculcados por el Centro Juvenil… como la ayuda al prójimo, ¡lo conseguimos!

Todas las mañanas nos despertamos para escuchar un pasaje bíblico leído y comentado por el salesiano. Todas del Evangelio del apóstol Santiago situadas en el nuevo testamento. Tras ello, un Padre nuestro o un ave María y emprendíamos nuestro camino. Por las tardes, teníamos momento formativo, en el que aprovechábamos para dar gracias, pedir perdón y hacer grupo.

Tras cinco días de etapas duras, cansancio, dolor y lesiones conseguimos nuestro objetivo: llegar a nuestro destino. Allí a lo lejos estaban las dos torres y las gaitas sonaban. Ya llegábamos y estamos entrando. La plaza del Obradoiro estaba ante nosotros y la catedral asombraba a nuestros ojos, y nos lleneba de una gran alegría compartida ente los 25 peregrinos.

El Santo nos esperaba, y de manera libre e individual hicimos cola para darle el abrazo como es tradición y una vez con él, pudimos expresarle nuestra Fe. Sabemos que nos mira, que atiende nuestras súplicas y no nos ha dejado de acompañar en todo este camino.

Agradecer también la labor de nuestros animadores y salesianos, porque sin ellos esto no habría sido posible, al Centro Juvenil Amics por darnos la oportunidad de vivir esta aventura y en tercer lugar al apóstol Santiago porque hemos podido recorrer su peregrinación igual que él hizo.